El tamaño NO importa
Alcanzar el clímax durante una relación sexual es, en algunos casos, un proceso desgastante y poco placentero; no se trata de tamaños ni movimientos. Por el contrario, es más una consecuencia de la estimulación y dedicación. Así pues, me refiero a ese previo, a esas caricias que no se piden , a esa forma espontánea en la que se es explorada.
Sin embargo, mientras todo lo mágico y de color rosa se acerca a nuestra vida, se precisa ser un tanto curioso, embarcarse en el camino del autoconocimiento, lo conocido y eso que aún no hemos comprendido de sí mismos, el incógnito, el misterio. Con regularidad, me he permitido experimentar e indagar más sobre mí.
Los dedos danzan al ritmo de la necesidad más primitiva, el encuentro genuino que refleja la comodidad, ese instante donde el amor por sí mismo es delirante, ese momento . Ese relato surrealista en el que las imágenes de aquellos que son musa se hacen recurrentes, ese relato mental e idílico sobre esa propuesta que jamás llegará, porque idealizar no es realidad, es más bien el ingrediente que hace soñar.
Y allí, en medio del sueño, ha aumentado mi ritmo sanguíneo, y justo en ese instante perfecto donde todo es inverosímil, llega ese placer genuino, un resultado de amor propio, sin precedentes, porque es ahí donde te das cuenta de que no es la persona, es la conexión, es la magia, y entonces ya no es sólo un orgasmo de pocos minutos, es más bien una reacción en cadena que deleita.
Si te conoces, diriges, si direccionas, lo disfrutas y lo recuerdas.

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